Eduardo Saéz – Sin Pasión
Estoy leyendo que el INE asegura que la provincia ha perdido más de 3.500 habitantes y Castilla y León más de catorce mil. En un año. Todo esto después de dos décadas dando la matraca con la agenda de la población y los desvelos sin cuento de quienes nos ¿gobiernan? para que esto sea el edén del que nadie quiere marcharse.
No he visto todavía cómo queda el desglose por municipios, pero ya me temo que todos irán parecidos y algunos incluso elegirán menos concejales en las elecciones del próximo mes de mayo por haber caído del escalón que se establece para definir la composición de las corporaciones locales.
Lo bueno de todo esto es que a pesar de lo que dice la prensa turiferaria, de los retrasados de los consejeros y de todos los que vemos acríticamente este proceso de sangría de persona, es que no podemos decir que a los de León nos tienen manía: hasta Valladolid ha perdido más de un millar de habitantes.
La cosa está clara: ya no queda nada más que vampirizar y como no hay capacidad de traer nada de fuera, solo de quitar a los propios, la vaca leonesa (y zamorana y palentina) se han secado y la Junta ha de preparase para el inmediato desierto vallisoletano.