DE LA BITÁCORA DEL BARDO – Néstor ROJAS
La realidad de todos los días nos quita un poco el sueño. Con tantos rollos y tragedias. Con tantas angustias colectivas. Pero aún somos capaces de reímos tontamente y seguir viviendo como si nada estuviera pasando. Podemos jugar a los dados electrónicos. Sentarnos cómodamente a comer palomitas de maíz, muy tranquilos en nuestro sofá favorito mientras vemos como zombies la caja tonta como si no hubiera de qué preocuparnos. O calarnos una mala película para reírnos o llorar. O un programa de tonterías políticas. El terror cotidiano, los suicidios, la degradación social y política, la muerte de los valores, el narcotráfico, no nos impiden dejar de hacer lo que hacemos siempre: Vivir mediocremente, conformes con nuestra hipocresía, conformes con nuestra ignorancia, conformes con nuestro estrés, conformes con nuestras tragedias, conformes con nuestro suspenso, conforme con nuestros corruptos gobernantes, conformes con nosotros mismos. Vivimos conforme con todo. Hasta con nuestras facultades mentales a medias, en ocasiones en desuso. O con otras funciones neurolingüísticas deterioradas. Convivimos con todo. Con nuestras pesadillas y estupideces. Atados a nuestras cadenas.