Juan José Alonso Perandones – La Tolva
La apreciada escultura de material fungible, ‘El Caminante’, de Sendo, emplazada en la plaza del palacio, fue incendiada por un chiflado, horas antes de su prevista retirada. Coincidimos en que el arte debe renacer hasta del fuego, por eso le solicité realizar una réplica duradera. Siete años después, en mayo de 2011, ‘El Caminante’, esta vez en bronce, con la inscripción ‘quo vadis’ (¿adónde vas?), resurgía de las cenizas para recibir a los peregrinos y agraciar a los astorganos. En ello, y en su legado artístico, pienso en el nuevo camposanto de San Justo, mientras el párroco, Víctor Murias, cuya predicación ha sido una ilustración de su retablo, oficia la última ceremonia. Es una tarde, esta, de domingo con un sol picajoso, chispeante, por la pasada tormenta. En la amplia vega que se divisa, las choperas del Tuerto trazan una medianera de verdor horizontal, entre la espadaña de la iglesia del pueblo, las torres catedralicias y el brumoso, casi esquivo en la lejanía, Teleno. Acompañan a la familia vecinos y amigos, compañeros de instituto, Julio Llamazares, cada cual con sus meditaciones en tanto los albañiles, al trajinar los ladrillos y la argamasa, producen lastimosos chirridos… Ayer cogí en mis manos el cuadernillo, que me ilustró en 1985: “La Pelos”, la hija del Portugués que por nada le entra la congoja. Para preguntarle: ¿Adónde has ido?, Sendo, maleta a la espalda, ¿y qué paraje nos has pintado ya?