Marco A. Macía – Pasando el Puerto
Uno de los problemas de las pasiones identitarias colectivas es que, al final, acaban perdiendo el norte y son más identitarias de la cuenta. El ejemplo más claro es la lengua que de ser un esencial instrumento de unión para el entendimiento entre iguales ha pasado a convertirse en un marcaje reduccionista para quien no quiere saber nada del resto. Con estos antecedentes, en los que tiende a confundirse una sentencia con una agresiva opinión extranjera, es inquietante plantear el debate sobre la oficialidad del bable, como se está haciendo ahora en Asturias. La ola de esta marea lingüística también llega a León y no ha faltado representación cazurra blandiendo la garra rampante sobre fondo morado con una esquinada y novedosa estrella roja que debe significar la unión obrera mundial, como poco. Entre tanto, Asturias y León, están más unidas que nunca perdiendo fuelle con la sangría de sus generaciones, más funerales que bautizos y escasa atracción de capital más allá de lo bien que se come cuando hay puentes o fiestas. Donde reparten saben que con bien poco nos contentamos y estando entretenidos levantando barrerinas no nos fijaremos en lo importante y se mantendrá eternamente la duda sobre si quedan hablantes o se dice me manqué, tranca, gocho o negociu. Por negocio.