Marco A. Macía – Pasando el puerto
Al menos dos palmos. Es lo que todos los leoneses hemos crecido esta semana al conocer el éxito de Sara y Pablo, futuros astronautas que algún día verán la cumbre del Teleno o los pináculos de la Catedral desde el lugar donde nadie los ha visto todavía. Dos palmos y completa unanimidad de alabanza por su logro. No sé qué será mas difícil, si la selección de la agencia espacial o el aplauso cerrado, completo y colectivo de la provincia y aún del país; que aquí somos muy cazurros y muy de tirar de los pernales a quien alza la pierna al subir un escalón. León ya no tiene cielo suficiente que ponga frontera a su expansión. Los gallegos, que cantaban aquello de uno de los suyos estaba en la luna, ven el fin de su reinado y saben que León ya les supera en la nostalgia de su sufrida emigración, sin tener palabra que equivalga a morriña en leonés. Llegarán a Marte, que está más allá de Vanidodes, o hasta los confines del espacio que no aparecen en los mapas. Pero donde quiera que viajen, sentirán el pellizco con el que respingamos los de aquí cuando nos encontramos con uno de León. Las cosas de la provincia seguirán complicadas, pero creciendo dos palmos, al menos, ya es más fácil reconocernos.