María Fernández – Asperezas

Iba a escribir una columna sobre la caída de la mensajería instantánea del pasado lunes. WhatsApp, Facebook e Instagram no funcionaron durante más de 12 horas. Un hecho que abrió informativos y que nos hizo, una vez más, reflexionar sobre nuestra dependencia del cibermundo. Sobre todo, cuando se contrapone la perdida de millones de euros por parte de algunas empresas con el sentimiento de una amiga que me espetó: ¡qué felicidad! Nadie me va a mandar más trabajo (porque ahora el trabajo llega por WhatsApp y fuera de horario).

Pero mientras escribía estas líneas caía en la cuenta de que, como me ha pasado en otras ocasiones, mi padre me iba a decir: no sé de qué hablas. Y ¿por qué? Porque al igual que otros lectores de El Faro, él vive en el tiempo real, en el aquí y ahora. Porque toma café sin mirar una pantalla sino a la persona con la que lo comparte y disfruta de la comida sin preocuparse de hacerle fotos. Disfruta del lugar y el momento, una experiencia que todos, sin duda, necesitamos al menos de vez en cuando.