Marco A. Macía – Pasando el puerto
La prensa local es cruel. Mientras los periódicos de tirada -precioso castellano- nacional se retuercen para justificar las reformas legales, unos, o atacar el golpismo judicial, otros, y que cada palo aguante su vela con tal de amparar la malversación si no hay lucro, aquí ponemos el foco en la luz. En el recibo galopante. En el contador que, ciego en su contar, corre como si no hubiera un mañana y pretende rebasar al último de los números que imaginarse pueda. La sufrida administración local no llega a fin de mes: la piscina rompe aguas por la luz y se desborda con una previsión de incremento del gasto de tres dígitos por ciento. Una barbaridad que no se corrige poniendo vigilantes con cronómetro y silbato en las duchas. Habrá que cortar las calles -de la piscina- para instalar placas solares. O implantar el neopreno como bañador de invierno. El gorro será de lana. Lo que sea con tal de bajar el recibo antes que desde Barcelona, Madrid o Valladolid ordenen ajustarse al presupuesto, cerrar y no endeudarse para que otros derrochen la liquidez con sus malversaciones. Sin lucro, evidentemente. Nadamos por encima de nuestras posibilidades.