La Junta de Castilla y León adelanta y amplía un total de cuadro días la época de peligro alto de incendios forestales en la Comunidad de Castilla y León. Es decir, en vez de arrancar el próximo viernes 1 de julio, al Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio que preside el leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones la adelanta a este lunes 27 de junio.
Así reza de manera oficial en una orden firmada el pasado 22 de julio y que se publicaba en el Boletín Oficial de Castilla y León (BOCyL). En la misma, se argumenta que “con carácter general la época de peligro alto de incendios forestales abarca los meses de julio, agosto y septiembre”.
En estos tres meses es en los que la Junta circunscribe el hecho de que “las circunstancias meteorológicas incrementan notablemente el peligro de incendios”. “No obstante, a lo largo del año, pueden producirse circunstancias de prolongada sequía que aconsejen ampliar la época de peligro alto o declarar nuevas épocas de peligro alto”, concluyen para habilitar el adelanto oficial de esta época de riesgo, y eso a pesar de que las condiciones meteorológicas oficiales que se esperan para estos cuatro días finales del mes de junio no son especialmente adversas en este sentido.
Según la nota servida por la Junta, “la declaración se ha adelantado unos días sobre la fecha prevista del 1 de julio a la vista de las previsiones meteorológicas al inicio de la semana pasada, que preveía un importante aumento de las temperaturas, que finalmente no se están produciendo”. Con esta declaración entran en vigor medidas preventivas específicas establecidas en esta época de peligro alto, que afectan a prohibiciones en el uso del fuego en la vegetación y restos vegetales, al uso de determinada maquinaria en tareas agrícolas o quemas de rastrojos, a la regulación de actividades recreativas en los montes, además de otras recomendaciones a la población.
Está todavía caliente la polémica de no haber habilitado ese peligro alto de incendios en condiciones mucho más adversas, de enormes temperaturas, sequía ya extrema y vientos muy fuertes, además de tormentas eléctricas, como las se dieron en las jornadas previas y en las que se produjo el gran incendio que asoló más de 30.000 hectáreas arboladas en la Sierra de la Culebra en la provincia de Zamora, el siniestro más extenso en la historia de España y, por supuesto, de Castilla y León.