Juan José Alonso Perandones – La Tolva
No solo existía un gran buraco, en la calle de su nombre, también otros más pequeños, amenazantes para las casas altas del Postigo; fueron taponados, a costa de sus vecinos, en el otoño de 1952, ante la tragedia acaecida por el inmediato derrumbamiento, el 19 de agosto, del paño de Puerta Sol. El gran buraco sirvió, durante la postguerra y hasta los 60, en que fue cegado, como precaria vivienda para varias familias. Permaneció, a su lado, otro más pequeño hasta la siguiente década, convertido por los chavales en fortín para sus hogueras y pedradas. Como tiraban hacia la Buraca las hojas marchitas del Jardín, incluso otros desperdicios, se formaba una gran montonera, que facilitaba a los mozalbetes el poder ‘engarriar’ por la escarpada muralla y colarse en las verbenas de cobro. Llegados arriba, ante el templete con su orquesta y las elegantes parejas, creían asistir al deslumbrante baile en el que el emperador Francisco José dice amar a Sisí. De desperdicios como paños y zapatos, se valían los niños de El Corralón —aquella casa de vecinos con gran patio, al final del Postigo—, para disfrazarse e ingeniar sus ‘funciones’, en medio de regatos malolientes sobrevenidos de las viviendas. Ya no arrojan a la Buraca la hojarasca otoñal del Jardín, ni otros desechos, pero se filtran sus humedades, que han ocasionado este 16 de agosto el mostrarnos de nuevo la ciclópea muralla en su viva encarnadura.
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LA BURACA (y 2)
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2021-09-13 17:39:00
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Publicado por
Redacción El Faro Astorgano
Categorías: Opinión
LA BURACA (y 2)
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