Marco A. Macía – Pasando el Puerto

La sensibilidad identitaria sobre el territorio es uno de nuestros problemas. Que no se puede medir, otro. Cada cual va expresando como considera su identificación con el paisaje que le tocó en el sorteo del día de su nacimiento. Si coinciden en el tiempo y en el espacio varias de esas sensibilidades juntas se condensan para alumbrar un hecho identitario con tanto perímetro como la altura desde la que observen sus fundadores. De este lado del puerto durante las pasadas semanas, se ha desatado una tormenta con la reforma del estatuto asturiano al estimar mayoría matemática, que no social, de diputados regionales que pretendían la oficialidad de dos lenguas en Asturias. A saber, el asturiano y el gallego-asturiano. Finalmente quedó en nada por un voto. Pero la noticia llegó al día siguiente de la derrota identitaria, cuando apareció un informe encargado a la Universidad donde se estima en 202 millones de euros el coste de la implantación de ambas lenguas. Y claro, cuando se le pone cifra al hecho identitario ya vamos entendiéndonos todos. Las cifras ayudan a comprender que el nacionalismo en este país es una mezcla extraña de lengua identitaria y permanente comparativa con el vecino bajo el principio -identitario- de: y por qué no nosotros. La sensibilidad territorial, en fin, reducida a mirar por el rabillo del ojo a quienes ya están ordeñando.