Juan José A. Perandones – La tolva
Hoy es 13 de diciembre y campanean Colasa y Zancuda las 5 de la tarde. Frente a la ecléctica fachada del Teatro Gullón, diseñada por Cárdenas, un búho y unas estrellas sombreadas de lluvia reciben nuestros pasos. La Academia entrega, como galardón, el busto de Goya, y nuestro Festival el búho del palacio de Gaudí, modelado por Castorina. Desde 2017 el búho ha bajado a la entrada del Teatro, para anunciar que uno accede a un templo de ingenio y sabiduría. Cada año lo acompaña una nueva estrella, menos la del septiembre pandémico, con el nombre de los galardonados: Santiago Segura, Verónica Forqué, Marisa Paredes y Juan Diego. Sobre la estrella de Verónica Forqué se va secando la lluvia de lágrimas y su cantarina voz parece haberse quedado para siempre, que no desde hoy su grácil persona, en la bóveda sonora de la platea. Escarpizo elaboró el dibujo y las plantillas para esculpir el búho, y las estrellas de seis puntas —las de Holywood, cinco—, con singular valor artístico. Tres piezas se acoplan en un armónico conjunto: el enmarque, de granito, y la luminosa estrella, con su fina corona roja, de areniscas; las letras, rehundidas, en rojo sangre, y en el centro despunta la simbólica rama de roble. Agustín Fernández ha sido el artesano marmolista, buen sucesor de Daniel Lois, uno de los cuatro bienhechores que alzaron el Teatro, en 1923, y cuyas iniciales figuran en uno de los medallones modernistas.