Marco A. Macía – Pasando el puerto
Posiblemente el único acierto de toda la operación policial, judicial y de investigación que ha atenazado a cuatro vecinos de la ciudad durante los últimos tres años y medio ha sido el nombre. Dicen que en las Direcciones Generales de las Policías de todo el mundo existe un señor con la exclusiva misión de apretar mucho los ojos tras echar un vistazo a cada expediente y bautizar con una palabra cada operación. Es el sumo sacerdote de la religión que defiende que sin nombre no hay producto y sin producto no hay venta y sin venta no hay beneficio. Si le plantean el hallazgo de un cadáver descuartizado, aprieta los ojos y tras unos segundos dice: operación puzle. Si se trata de una trama para otorgar licencias de bares, es evidente: operación guateque. Si el cabecilla es de baja estatura, operación pitufo. Si se trata de un pirómano, operación mechero. Acierta siempre y regala con cada caso una pizca de su indudable gracejo. Con lo de enredadera se coronó como bautizador. Tanto por su acepción como planta rastrera como cuando de críos perdíamos el tiempo, se lo hacíamos perder a los demás, revolvíamos y metíamos cizaña sin ton ni son. Siempre acababa diciéndote tu madre: no enredes. Pues eso.