Enrique Ramos – Piedra de Afilar
Un obispo de Mondoñedo, allá por el siglo XVII, quiso prohibir que la víspera de los Santos, los niños fueran pidiendo regalos en forma de comida por las casas de sus pueblos. Y también que se dejase la mesa de la cena sin recoger y la lareira encendida para que esa noche vinineran las ánimas y pudieran comer y calentarse. También proscribió la colocación de calaveras con una brasa dentro en las paredes de las corredoiras.
¡Qué curioso! Igual que el moderno truco o trato y las calabazas de luz. Pero ha tenido que venir a contárnoslo la televisión haciendo industria de algo que parece importado y fue nuestro. Como la Pax Romana, la Pax Americana es experta en asimilar dioses y costumbres y mezclarlos en su panteón particular. Esta vez, con el aderezo del capitalismo.
El panteón del capital
Categorías: Opinión