Juan José Alonso Perandones – La Tolva
En tanto esta mañana del miércoles, 16, Alberto García, ingeniero con numerosos saberes y actual Gerente del Área de Estudios de Renfe, permanece reunido en la azotea acristalada del ayuntamiento, me renacen en el despacho vivas imágenes de las dos distantes estaciones. Alberto, por esa querencia suya tan astorgana, nos ha traído a profesionales de la red ferroviaria, de ingeniería de material y de talleres, provenientes de Asturias, León y Galicia, para planificar sobre cómo hacer las pertinentes pruebas con que poner en marcha el tren del futuro, el de hidrógeno. ¿Tendrán nombre reglado o también popular, si al final se implantan estas nuevas máquinas de emisión cero? Ahora, en las tablas de horarios y para la población no existen más denominaciones que las oficiales: alvias y regionales. Sin embargo, en nuestra infancia y juventud, a la populosa Estación del Norte, cerrada para los viajeros la del Oeste en 1963, llegaban trenes que identificábamos con nombres caracterizadores: el Charango, que discurría, con pitido andino, paralelo a la Calzada de la Plata; el de más larga tradición y recorrido, de Galicia a Barcelona, el Shangai; o el de alanceador traqueteo y más querido por mí, el Jaimito, pues es en el que con frecuencia iban mi padre, ferroviario, y mi madre, por alimentos al Economato provincial. Lo de tren de hidrógeno suena áspero, mas si por aquí pasare bien se llevaría un apodo popular.