SIN PASION – Eduardo Saéz
Las campañas electorales son, como ningún otro momento en el tiempo, ese espacio en el que las realidades se enfocan o desenfocan dependiendo de hacia dónde se mire.
Todos los partidos del espectro (RAE, espectro: Figura irreal, imaginaria o fantástica, que alguien cree ver; especialmente, imagen de una persona fallecida que se aparece a alguien), político, tiran de tópico típico anunciando lluvias de prosperidad para diferentes sectores de la población.
En el bulto nadie percibe que meter a todos en el mismo saco, es mezclar churras con merinas. Y es que hay que ser tonto de baba para ser un agricultor de trescientas hectáreas en el Páramo leonés y pensar que van a defender con los mismos criterios sus problemas que los del Duque de Alba y sus miles de hectáreas de rentista; o hay que ser inocente de piruleta para creer, como le dicen los charlatanes de campaña, que su empresa de cinco trabajadores se va a beneficiar de medidas pensadas en Amancio Ortega y su mastodóntico Inditex.
Porque, y para eso están las estadísticas: si Amancio Ortega gana mil millones y yo no gano nada, me van a decir que hemos ganado cada uno 500 millones. Y lo increíble es que hay retrasados que creen a la tele en lugar de a su cuenta corriente.