Marco A. Macía – Pasando el Puerto
Aún creemos que todos los problemas se resolverán en cuanto se ponga al frente ese que agita tanto las manos y que parlotea desde detrás del micrófono. Escuchamos con atención el malabarismo dialéctico que sustenta las promesas electorales igual que quien oye un cuento de hadas democráticas: sabemos que son mentiras y fantasía, pero nos encanta oírlos. A pesar de que el número de candidatos que lo han intentado es igual al número de decepciones aún se respinga un no se qué de curiosidad cuando se acerca una -otra- campaña electoral. La misma crédula confianza que anima a jugar otro décimo para la próxima navidad. Esta vez sí. Ahora ya toca resolver lo nuestro. Veo ganas y madera de líder en el candidato que tanto ha luchado para representarme. Es un juego repetido que aún capta jugadores porque la búsqueda de soluciones sigue siendo el motor del mundo. Aunque vivamos en una permanente tienda de motos, en una constante rifa de promesas del porvenir, conseguirán nuestra atención y como son tantas las necesidades nos pregonarán un futuro tan atractivo como imposible. Tan irreal como cercano. Tan coloreado como caro. En el fondo este entramado funciona porque nos encantan los cuentos. Evidentemente chinos.