PIEDRA DE AFILAR – Enrique Ramos
Aquel invento del agroturismo que hacía que unos cuantos urbanitas se creyeran por unas horas agricultores o ganaderos de terrón y estiércol, se fue diluyendo a medida que los procesos neolíticos en nuestros campos dieron paso al maquinismo.
Hoy, aquel negocio solo pervive en la vendimia, que en muchas zonas, sobre todo del Noroeste, sigue siendo inmecanizable. Aparecen todos ellos muy de Decathlon, se doblan sobre cuatro cepas, se hacen la foto de rigor y voilá ¡vendimiadores titulados por la universidad vitícola de la Ribeira Sacra!
Seré muy antiguo, pero yo creo que parte de los males de este mundo se arreglaban con algo más de vendimia de verdad (no de la de postal) y menos crossfit.