J.J.A. PERANDONES – La tolva
Dicen que solo crecen en agua pura de manantial, son bajos en calorías, poseen innumerables vitaminas y minerales, y, ahora que cunde la apetencia vegetariana, en los mercados pasa el kilo de 12 euros: los berros. Camino a Nistal, en las Fuentes de Santiago, sitas en el paraje de la Moldería y la desaparecida o anegada Tabla del Marqués, es donde esta verdura fresca campa a sus anchas. Cualquiera que se aproxime a este gran manantial observará que cubre su perímetro un manto de hojas verdes. Frente a esta opulencia vegetal, dos millas arriba, un ramillete de berros flota en el río Jerga, en las proximidades del puente de La Eragudina. Aunque he paseado este río, aguas arriba y abajo, hasta que el Ayuntamiento ha desbrozado su cauce de espadañas no era bien visible que el agua del cercano artesiano, tras pasar por un depósito soterrado, saliese entubada como un torrente hacia su lecho. No es menor caudal el de este pozo, señalado por el zahorí Ángel Albarrán, pues viene vertiendo, desde finales de marzo del 96, de 3 a 4 mil litros a la hora, pero resulta nimio para un río. Me pregunto si cuando se acerque el estío y el Jerga retorne a ser un secarral, estos berros, tan solo alimentados por el artesiano, seguirán vivos, brujuleando en el agua arremetida cual paleta verde de pintor; o se habrán extinguido, mientras los de las fuentes del Apóstol, esplendorosos, se pavonean con sus blancas flores.