Marco A. Macía – Pasando el puerto
La ausencia de nubes en una mañana de mercado contribuía decididamente a la formación de concejo abierto en la plaza Obispo Alcolea, que se pronuncia de los taxis. Un valorativo semicírculo de paisanos dudaba entre felicitar o dar el pésame cuando trataron lo de las basuras. No era algo nuevo. Estas juntas populares siempre dudan y cualquier cambio sólo se acepta cuando toca cambiarlo. Dos junteros se deshacían en elogios por la valiente constitución de una empresa pública para acarrear desechos, limpiar las calles y mantener limpio el punto del mismo nombre. La ideología al servicio de la limpieza, con camiones nuevos, contenedores inteligentes y beneficios socializados, resumía el más alto. Otros dos, en cambio, recordaban con insistencia que también se socializaban las pérdidas y que, para arrancar, tocaba endeudarse, quitar de otro sitio y conducir los camiones nuevos por la incierta vereda de un proyecto que requería mucha gestión y poca ideología. Sólo encontraron acuerdo al darse un plazo para demostrar que, si el servicio era mejor, costaba menos y Astorga estaba más limpia merecía la pena apuntarse a esa bienvenida ideología de la eficacia, que no de los colores.