post-title BARRAS https://elfaroastorgano.com/wp-content/uploads/2021/06/MAR-CO-A.-MACIA.png 2021-06-04 17:24:48 yes no Publicado por Categorías: Opinión

M.A. Macía – Pasando el puerto

Ya sólo quedan las barras de los bares como bastión de recuerdo de cuando no se podía ni entrar. Son el último baluarte, el último reino del covid, la inmediata conquista con la que sueñan los parroquianos. Pero sin las barras, los bares son menos bares y en vez de consumir parece que se entra a descansar. Esas formaciones rectilíneas de sillas y mesas con libranza de respaldos y metro y medio entre asientos, que llenan el aforo con una ronda, convierten a los bares en una mezcla de salón de te inglés y biblioteca: un templo de la educación y las formas donde se consagra lo inaudito cada vez que alguien pregunta educadamente al hostelero si puedo sentarme aquí. Los clientes miran a las barras y las barras esperan a los clientes porque ambos necesitan consumar el romance interrumpido de los codos en el borde señalizado con el recerco de vinazo, el restregón de la bayeta y el cóbrese aquí, jefe, al salir. Los bares sin barra son como las iglesias sin ambón. Por eso caminamos ciegos entre la incertidumbre horrorosa de no saber qué vacuna es la mejor, cómo revitalizar la economía o ahorrar luz o aplicar los indultos. Sin las barras no hay profetas. Sólo nos ilustra el gobierno por la tele. Y, claro, así nos luce el pelo.