Eduardo Sáez – Sin Pasión
Conste que sé de lo que hablo en mi condición de antiguo trabajador del sector. Cuando el Gobierno de España dijo que iba a constituir una entidad, con los activos inmobiliarios (tóxicos, decían) de difícil venta que nos empujaron a la crisis y le pusieron «el banco malo», pensé «claro, como todos. ¿hay alguno bueno?»
En aquel momento un ministro muy circunspecto de apellido De Guindos (de «guindarnos” la cartera debía ser) dijo que el tal banco malo era una manera de que los activos «tóxicos» tuvieran una salida y que la fiesta no le costase un euro al contribuyente.
Bueno, pues como casi todo lo que decía este sujeto, se ha demostrado que era mentira. Acaban de decirnos que, una vez vendidos los activos que se podían vender, los bancos, que formaban parte del accionariado de semejante invento, se largan del mismo y le dejan al Estado un muerto de 35.000 millones de euros.
Esto de socializar pérdidas y privatizar ganancias, ya nos lo han hecho con las autopistas o con el rescate bancario, que nunca sabremos realmente lo que nos ha costado. Y ahora con el banco «malo». Los bancos que se han ido de él son los verdaderamente malos. Ahora que ya no están la SAREB pasa a ser banco bueno, o, como poco, regular.